domingo, 10 de mayo de 2015

Feliz día de la madre

FELIZ DÍA DE LA MADRE.

PUREZA INMACULADA:
 Pureza inmaculada,
espejo del Señor,
¡oh gran canal de gracia,
unida al Redentor!
Belleza sin mancilla,
encanto virginal,
Tú eres la alegría,
la gloria del mortal.

CELEBREMOS A MARÍA,
CONCEBIDA SIN PECADO
Y ADOREMOS A SU HIJO
JESÚS, NUESTRO SEÑOR

2. Dichosa por los siglos
los pueblos te dirán:
Tú fuiste de Dios vivo
la aurora celestial.
Infunde en nuestro pecho,
la fuerza de tu amor.
Feliz Madre del Verbo,
custodia del Señor.

3. Hermosa y pura Luna,
recoges del Señor
la luz que ilumina
y guía al pecador.
¡Oh dulce flama ardiente!,
perfecto don de Dios
aleja las tinieblas,
las sendas del error.

4. Doncella inmaculada,
ternura maternal
bendita cual ninguna
sin culpa original.
Sellada fuente pura,
¡oh Madre del Amor!,
de Ti nació la Vida, el Reconciliador.

viernes, 8 de mayo de 2015

Carme Luna. Presente

Este es el Pan de Vida
Carmen Luna Carrasco: “Vida, fe y compromiso solidario”
Nací en la Maternidad de Lima el 24 de febrero de 1960. Mi madre me cuenta que tuvo un embarazo complicado y, como ella es devota de la Virgen del Carmen, se encomendó a ella y le prometió que si yo nacía me pondría el nombre de la Virgen, por eso es que decidió llamarme Carmen.
De niña viví en el internado de mi colegio, María Auxiliadora de Chosica. Las hermanas influyeron mucho en mi formación y en mi acercamiento a Dios. Mis estudios de secundaria los realicé en el colegio Buen Pastor de las hermanas de la Caridad y vivía en el Hogar de Señoritas Reina de la Paz. Soy la mayor y única mujer de cuatro hermanos. El segundo se llama Jesús, tiene 40 años, es casado y tiene dos hijos. Alexander, el tercero, lamentablemente falleció a los 20 años en un accidente que tuvo mientras trabajaba y cayó de un quinto piso. Ese fue el momento más triste de mi vida, nunca había perdido a un ser tan querido y cercano. Mi madre sufrió mucho, nos costó recuperarnos. Mi cuarto hermano se llama Martín y tiene 37 años, es casado y tiene cuatro hijos.
Mis hermanos actualmente viven en Chile. Terminé el cuarto y quinto de secundaria en el Instituto Técnico Superior Argentina, con la especialidad de cajera oficinista. Mi primer trabajo fue en la Red Star, fábrica de gelatina, polvo de hornear, etc. Así trabajé en varios lugares. Recuerdo que trabajaba en una boutique en el jirón de la Unión cuando un día le comenté a una amiga que mi reloj no funcionaba; ella trabajaba cerca de una relojería, entonces me recomendó a un relojero, amigo suyo. No me podía imaginar que él sería el padre de mis hijas. Mi esposo se llama Pedro y mis hijas Karina y María Julia de 23 y 21 años.
Tengo dos nietos: Yaneli y Alexander, los dos de cinco años. Cuando mis hijas salieron embarazadas pasé momentos muy difíciles. Finalmente entendí al padre Freddy Morales Huamani, quien me dijo comentando la Biblia: “El que recibe a un niño en mi nombre, a mí me recibe”. Con el pasar de los años mi madre se mudó a Pucusana y luego yo me mudé para allá.
Actualmente vivo en el asentamiento humano Benjamín Doig Lossio. Allí conocí al padre Antonio Pérez, una de las personas que más influyó en mi vida. Yo llevaba una vida cristiana tranquila, pero sentía que eso no era suficiente. El padre me presentó la propuesta de crear una posta médica que sería en un futuro el Hospital Benjamín Doig Lossio. Nos pusimos manos a la obra y se creó la comisión de salud. El trabajo en la parroquia me dio la oportunidad de estudiar conciliación extrajudicial en convenio con la Universidad Católica.
En coordinación con nuestro párroco, formamos la pastoral social de la comisión diocesana de Dignidad Humana, además de un voluntariado al servicio de los más necesitados o los que han sido violentados en sus derechos. Luego de trabajar varios años en mi comunidad, el padre Milner Aguilar Berrospi decide apoyar la iniciativa que teníamos de formar la “Defensoría Parroquial del Niño y del Adolescente Inmaculada Concepción”, que viene funcionando desde el año pasado. Entre las actividades que tenemos hemos priorizado la campaña sobre el derecho al nombre y la identidad, coordinando con el área de registro civil de la municipalidad, para la exoneración de partidas de nacimiento. Esta preocupación responde a la necesidad de muchos niños que no cuentan con partida de nacimiento, y este documento es muy importante porque les permite acceder a sus derechos, sobre todo tener un nombre y apellido. Este trabajo ha sido un reto para mí.
Después de tres meses de trabajar en esta campaña en Pucusana y de contar con el apoyo de las autoridades y colegios de la zona, se ha empezado la campaña en Lurín y luego seguirá en todas las parroquias del Decanato 5: desde Lurín hasta Pucusana. Otra etapa de mi vida que me permite participar es la Escuela de Líderes Hugo Echegaray, pues es un honor no sólo aprender, sino intercambiar experiencias y aprender de las enseñanzas de otros líderes.

Falleció el pasado sábado 02 de mayo del 2015. Una gran mujer que nos apoyo en muchas actividades también representando a Parroquia La Inmaculada Concepción de Pucusana y nuestro distrito en varias oportunidades, desde aquí recordando siempre. Carmen Luna. Presente.

martes, 31 de marzo de 2015

Domingo de Ramos en Pucusana - 2015

El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Mateo.
En este día, se entrecruzan las dos tradiciones litúrgicas que han dado origen a esta celebración: la alegre, multitudinaria, festiva liturgia de la iglesia madre de la ciudad santa, que se convierte en mimesis, imitación de los que Jesús hizo en Jerusalén, y la austera memoria - anamnesis - de la pasión que marcaba la liturgia de Roma. Liturgia de Jerusalén y de Roma, juntas en nuestra celebración. Con una evocación que no puede dejar de ser actualizada.
Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías. .
Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.
San Lucas no habla de olivos ni palmas, sino de gente que iba alfombrando el camino con sus vestidos, como se recibe a un Rey, gente que gritaba: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor. Paz en el cielo y gloria en lo alto".
Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes. Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.
Con la liturgia de Roma, por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Via Crucis de los días santos.
Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo.
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor. Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.




Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección.
La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, llamado pascua florida, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.



viernes, 27 de febrero de 2015

LIBRERÍA PARROQUIAL





OFRECEMOS ALGUNOS MATERIALES DE PAULINAS,  APÓSTOLES DE LA PALABRA, BIBLIAS, CATECISMO, VIDA DE SANTOS, ROSARIOS, LIBROS DE AYUDA ESPIRITUAL, ETC.  

GRAN BINGO 2015

GRAN BINGO 
DIA 08 DE MARZO DEL 2015
LUGAR COSTADO DE LA PARROQUIA
VALOR S/.5.00 SOLES


HABRÁ

Tómbola, Bingo, platos típicos, exquisitas viandas, deliciosos postres, show artístico, etc.

El día Domingo 08 de marzo, en el parque de la Vida al costado de nuestra parroquia, desde las 10:00 a.m. hasta las 07:00 p.m, los esperamos hermanos si desean apoyarnos contamos con ustedes para el éxito de esta actividad.

https://www.facebook.com/events/807857515959871 

miércoles, 18 de febrero de 2015

jueves, 12 de febrero de 2015

REINA DE LOS CIELOS

IMAGEN EN EL ALTAR MAYOR DE NUESTRA PARROQUIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN PUCUSANA.

miércoles, 11 de febrero de 2015

CATEQUISTAS DE CATEQUESIS FAMILIAR 2014


PAREJAS GUÍAS Y ANIMADORES EN LA PARROQUIA DE PUCUSANA EN EL 2014, ESPERAMOS QUE AUMENTEN MAS CHICOS Y CHICAS QUE DIGAN SI

Catequesis Jóvenes Esperanza

Catequesis Jóvenes Esperanza: te esperan para el sacramento de la Confirmación este 2015

Caminemos con la Cruz al encuentro del hermano

Lema del mes de febrero en nuestra Diócesis de Lurin

Jóvenes corintios de Pucusana

Jóvenes corintios de Pucusana en un circulo de amor en la parroquia

ESTAMOS CERCA A LA CUARESMA 2015

PREPÁRENSE...  CUARESMA 2015

 TOMADO DE DISEÑOS CATÓLICOS 

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2015
Fortalezcan sus corazones (St 5,8)

Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos.
Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia.
La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.
Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra. Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida.
El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.
1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia
La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres. Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen “parte” con Él (Jn 13,8) y así pueden servir al hombre.
La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26).
La Iglesia es communio sanctorum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. Entre éstos está también la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos. Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación.
2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades
Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31).
Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos direcciones.
En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia. La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Jesús, vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas» (Carta254,14 julio 1897).
 También nosotros participamos de los méritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de corazón.
Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres.
Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf.Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad.
Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.
3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyente
También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?
En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.
En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.
Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.
Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus caritas est, 31). Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.
Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: “Fac cor nostrum secundum Cor tuum”: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia.
Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde.
Vaticano, 4 de octubre de 2014
Fiesta de san Francisco de Asís
Franciscus

INVITACIÓN CORO DE NIÑOS DE LA PARROQUIA


Visita pastoral de Monseñor Carlos García Camader

Monseñor Carlos García en su visita pastoral a Pucusana 

en agosto del 2014