jueves, 18 de febrero de 2010
Cuaresma 2010: La justicia de Dios, manifestada en Cristo
El pasado día 4 de febrero, fue dado a conocer el mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma de este año, cuyo título es “La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo”. Es un texto de Rm 3, 21-22 sobre el que el Papa hace unas reflexiones de gran interés y actualidad. Recuerda como en el lenguaje común la definición de la palabra “justicia” es “dare cuique suum”, que significa “dar a cada uno lo suyo”. Está tomada del Derecho Romano, y fue acuñada por Ulpiano, jurista del siglo III. Es importante la matización de Benedicto XVI al aclarar que ese es el sentido que se suele entender en el “lenguaje común, ya que en sentido propio la justicia es algo más.
Por supuesto que el concepto común se halla presente en los libros sagrados. Y así se dice que cada uno será juzgado según sus obras (cfr. 1 Co 3, 8; Ap 20, 13).. También en el juicio final se hará justicia. Es decir, se dará a cada uno su merecido. Por otro lado, es cierto que lo que hoy se llama justicia social está presente en la Torah, la Ley judía. Así en Dt 24, 14 se dice: “No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que resida en tus ciudades… En la misma línea dice la epístola de Santiago: “Mirad; el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos” (St 5, 4).
Sin embargo, se habla de la justicia en un sentido más amplio y profundo. En efecto, al hablar de justicia divina se hace referencia a lo que Dios considera justo, es decir, se habla del plan divino en orden a la salvación de los hombres. Así cuando el Bautista se resiste a bautizar a Jesús, el Señor le contesta que acepte su deseo de ser bautizado, pues “así es como debemos cumplir nosotros toda justicia” (Mt 3, 15), es decir lo que Dios tiene dispuesto. También cuando Jesús proclama bienaventurados a los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados, se está refiriendo a los que ansía lo que es justo, en sentido de correcto y completo. En ese sentido hay que interpretar la recomendación de Jesús para que busquemos el Reino y su justicia y todo lo demás se nos dará por añadidura.
Añade Benedicto XVI que lo que es suyo en el hombre no se lo puede dar la justicia distributiva. En efecto, el hombre además de pan, necesita a Dios. Por otro lado muchas ideologías modernas presuponen que la injusticia viene siempre de fuera del hombre. “Esta manera de pensar advierte Jesús es ingenua y miope. La injusticia, fruto del mal, no tiene raíces exclusivamente externas- señala el Papa-; tiene su origen en el corazón humano”. El hombre siente en su interior una fuerza que reimpulsa a replegarse en sí mismo y a imponerse a los demás: “es el egoísmo”.
Señala que en la sabiduría de Israel hay un vínculo profundo ente la fe en Dios y la justicia para con el prójimo. En efecto el vocablo hebreo “sedaqad” significa por una parte aceptación plena de la voluntad de Dios, y por otro lado equidad con el prójimo, en especial con el pobre, con el forastero, el huérfano y la viuda (Cfr. Ex 20, 12-17; Dt 10, 18-19). Dios está atento al grito del desdichado. “Por lo tanto, para entrar en la justicia es necesario salir de esa ilusión, de la autosuficiencia, del profundo estado de cerrazón que es el origen de nuestra injusticia”.
Termina el mensaje señalando como por la fuerza de esa experiencia, el cristiano se ve impulsado a contribuir a una sociedad más justa, donde todos reciban lo necesario para vivir dignamente y donde la justicia esté animada por el amor.
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